lunes, 14 de diciembre de 2009

CATARSIS, BIOENCUADERNADORA, VÓMITO EXISTENCIAL? ... NOSÉ

Me acerque a la encuadernación pensando que era una buena escusa para dedicarme a producir con las manos. Tenia la necesidad de crear con los sentidos y ver fuera de mi el resultado. Es una escusa porque el soporte podría haber sido cualquier otro ya que lo “interesante” era producir plásticamente, creando metáforas visuales. Ahora creo que el soporte libro tampoco fue azaroso: me une a la literatura una red de insinuaciones ancestrales, entonces acercarme a ella de alguna manera es acercarme a mis raíces.

Desde adentro me di cuenta que lo que buscaba también tenia que ver con darle una continuidad al objeto artístico que es un texto literario. Continuidad que va desde la magia que puede producir una historia hasta su continente. Considero que el exterior también debe reflejar esa magia porque sino el texto queda como incompleto o como desprotegido, se produce un quiebre brusco cuando uno sale de la fantasía y vuelve a la realidad. En cambio la encuadernación artística logra darte la sensación que a la magia la tenes en las mano y la podes ver y tiene un “cara” antes de abrir el libro.

Además se produce en este oficio una combinación que me resulta completa: por un lado tenemos la parte utilitaria, un libro sirve para adquirir conocimientos, para entretenerse, divertirse (desde la idea de diversidad), hacer el ejercicio de la imaginación, la abstracción, etc. Es decir, el estímulo al intelecto; Y por otro lado tenemos la parte estética, el arte, la belleza, el ejercicio de lo sensitivo, sensible, contemplativo, es decir el estímulo a lo emocional.

Además, uno siente lo que ha aprehendido del texto, lo usa para crear el diseño, es decir piensa, y hace la encuadernación, con las manos, va hacia lo concreto, lo material. Por lo que lo torna un oficio completo.

Por supuesto que no se dan per se sino que se me presentan como metas a cumplir.

Gracias al estudio de las artes aplicadas y del trabajo artesanal me di cuenta que tiene el “espíritu” que quisiera tener en mi vida en gral, un ritmo viseral, una producción transparente (donde la mano del artesano queda registrada en la obra) el contacto con el pasado, en un presente donde se resignifica, hacia un futuro donde se proyecta, pero donde acepta que morirá.

Además, uno no encuaderna para uno, lo hace para otro, en función del otro, para proteger un documento que de alguna manera lo constituye o para deleitarlo con un objeto-arte.

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